¿¿¿QUÉ ES EL TOMATE???

 

El tomate no es un verdura o una hortaliza, es una fruta. La clave para clasificar el tomate como fruta se encuentra en su interior: las semillas.

Algunos dicen, sin temor a equivocarse, que el tomate es una fruta, mientras que la inmensa mayoría dan por hecho que se trata de una verdura.

El tomate, uno de los alimentos más ricos en licopeno y rey indiscutible de la cocina mediterránea, llama la atención por sus cualidades organolépticas y propiedades nutricionales, aunque no tengamos del todo claro si se sitúa en el grupo de las verduras y hortalizas o en el lado “dulce”. Conocemos mil maneras distintas de comer tomate: en salsa, crudo, frito, untado en pan… pero pocos lo consumen como lo que realmente es: una fruta.

Por tradición, al ser consumido en ensaladas o como guarnición o parte de las comidas principales y no como postre, consideramos que el tomate –Solanum lycopersicum– es un vegetal, pero los científicos han demostrado lo contrario. El término tomate proviene de la lengua azteca nahuatl y significa “fruta hinchada”, mientras que la traducción literal de pomodoro (tomate, en italiano) es “manzana dorada”. Aunque solamos referirnos al tomate como una hortaliza por su similitud nutritiva con este grupo de alimentos, se clasifica como fruto.

La ciencia dice…
Hace una década se inició un proyecto para tratar de descifrar su código genético y los expertos descubrieron que el tomate es un fruto con 35.000 genes responsables de su olor, sabor y calidad nutritiva.

En términos científicos la palabra fruta difiere del significado que se le da comúnmente. Nos apoyamos en la creencia errónea de que las frutas son dulces y de que la verdura se emplea siempre en los platos fuertes, pero la clave para clasificarlo como tal se encuentra en el interior del tomate.

Básicamente, todas las frutas tienen semillas, mientras que las verduras no. Valiéndonos de los estudios científicos llevados a cabo hasta la fecha, podemos afirmar con rotundidad que el tomate no es un vegetal, sino una fruta arraigada en nuestra cultura gastronómica que se emplea para elaborar infinidad de platos, desde sopas y guisos tradicionales hasta el clásico gazpacho.

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